domingo, 23 de abril de 2017

Ahogados en la modestia






Silencio, quiero escucharme.
Parece que todo lo que en un tiempo se hundió en mis adentros ahora busca salir a flote. 
La madera no está podrida, aunque sea más fácil decir que sí. 

Llamarme loca, egocéntrica y psicópata. Hace tiempo que inventé mi propio alfabeto. Con mis propios significados, no me hacéis daño. La madera quiere salir a flote. Quiero escucharme, dejarme ver, sobre todo saber que es lo que realmente puedo dejarme sentir. Y es que, ¿acaso vivimos por nosotros mismos? 

El que pregunta nunca responde, esa es vuestra ley, pues podéis ahogaros en la modestia. Yo quiero responder. Si hablar sólo es de locos, necesito ser uno de ellos.

Silencio, quiero escucharme, quiero huir conmigo. Quiero conocerme y entender que debo despertar; respetarme, reescribirme como alguien capaz de hablar sin tener que levantar la mano. 

Quiero tener el poder de decir lo que siento en todo momento, ser libre de ser idiota, egocéntrica y sí; sobre todo quiero ser "borde", muy borde: expulsar sinceridad en estado puro. 

Vivir sola pero no sentirme sola. Saber que mis propios murmullos son la mejor compañía. Y no, no es pesimismo es fuerza y coraje; otorgarme a mi misma mi propio valor. 

Yo quiero ser la que tiene el poder de decidir sobre su propia vida, mente y respuestas. Me acomodé en la ignorancia, sí; joder, que agusto se estaba. 

Pero se acabó, toca revelarse. 

Y no hablo de defender, hablo de defenderme. No hablo de conocer, hablo de conocerme. Porque no puedo defender castillos, si la puerta está siempre abierta. Sobre pilares de sal no se construye nada. Basta de creer en los límites. Quiero gritar todo lo que llevo dentro. Matar a la costumbre de un tiro. 

Me dí la palabra para hablar conmigo, defendiendo a mi propia sombra. Me uní al "Club de la Locura" porque tristemente me di cuenta de que los Reyes Magos no existen. Quiero volver atrás... Pero no puedo. Me convertí en una adicta a la verdad, creyendo que algún día me daría la felicidad y lo único que hace es darme náuseas. 

Por eso me llamé ingenua, ojalá.  

Ahora sólo quedan pasos, camino y debo vivir de mi razón. Hice un trato con el demonio y sólo me queda encarnar su nombre, Verdad.

viernes, 7 de abril de 2017

Cuéntame un cuento



Papá,
cuéntame un cuento, 
donde mi alma tenga tu sustento,
libre de miedos y pensamiento.

Papá,
cuéntame un cuento, 
donde suene ingenuo sin remordimiento.

Papá,
cuéntame un cuento,
donde no me de miedo el movimiento
donde no atente el vértigo a cada momento,
por pertenecer a una etapa de puro presentimiento.

Papá,
cuéntame un cuento,
enséñame a disfrutar los experimentos,
pertenecer al mundo del sentimiento,
pintar mi alma de tu conocimiento.

Lloro, 
porque tú me diste el papel,
el color, el lápiz y la esperanza.

Sonrío, 
por poner el motivo,
cultivar mi historia:
la historia que siempre emanará de ti. 

Papá, 
cuéntame el cuento,
aquél que siempre llevé y llevaré 
dentro. 

martes, 4 de abril de 2017

4


Cargo los versos con nostalgia,
y es que el alba no espera
a los pensamientos de otoño,
que quieren ser primavera. 

No hay nada escrito 
en mi continuo día de mañana. 
Devenir y porvenir
de una vida sin retorno. 

Y son mis días en vano,
los dueños del utópico vilo: 
de enlace a desenlace,
de efímero a infinito.

Hoy el blanco impotente,
quiere ser porcelana. 
Para romper en mil pedazos, 
todos los miedos del mañana.

Pide llamarse existencia,
y depender de la ilusión.
Pide silenciar la conciencia, 
enterrarla bajo emoción. 

Pide romper el anonimato,
alimentarse de sí mismo.
Aprovechar toda vivencia 
para poder pasar sus sueños, 
a limpio.