Es difícil,
casi imposible,
no contagiarse de tal geometría.
Ya no hay finales marcados por comienzos,
sólo comienzos dirigidos por finales,
pasos que no llevan a ninguna parte y futuros borrosos,
perdidos entre lujosas ruinas.
Las ruinas de los que comen con los ojos,
enderezados y aderezados con una pizca sal y amargura.
Pero es costumbre,
es tradición,
así nos sirven:
en bandejas de oro, con fecha de caducidad.
Y mientras nosotros lo aceptamos,
nos abandonamos...
acabando secos, podridos, consumidos.
Me absuelvo y declaro:
"No quiero ensuciar estas líneas francas con propósitos,
viven y vivirán por y para la contingencia.
que emanen de mi único río,
la inspiración."
"No quiero ensuciar estas líneas francas con propósitos,
No hay comentarios:
Publicar un comentario